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Ajustes en el ámbito sanitario, sin vergüenza y sinvergüenzas

Ajustes en el ámbito sanitario,
sin vergüenza y sinvergüenzas

Mayte Lázaro. Presidenta del Sector de Atención Especializada de CESM
19/04/2012 .DIARIO MÉDICO
Las medidas y recortes propuestos desde las autonomías para corregir el déficit público son, a juicio de la autora, irracionales, porque minan las condiciones laborales del médico, afectan a la calidad asistencial y, en muchos casos, se toman al margen de los cauces ordinarios de negociación.
Los médicos precisamos no sólo de una retribución sino también de un reconocimiento a nuestro esfuerzo progresivo y vocacional; es decir, el reconocimiento más elemental al trabajo diario

  • Es inmoral que los responsables económicos de administraciones que han gestionado de manera ruinosa los recursos tomen medidas para reducir el déficit cargando sobre la espalda del médico

El médico especialista que ejerce hoy en el Sistema Nacional de Salud (SNS) ya no es aquel profesional formado en las universidades españolas que poseía el reconocimiento de toda la sociedad en su conjunto. El especialista de hoy es aquél que sabe manejar con efectividad el conocimiento técnico necesario. No basta con saber de Anatomía, Fisiología, Medicina Interna… En el juego entran ya conocimientos de economía, jurídicos, de gestión, de ética…; en definitiva, toda una cultura médica profesional.
Pero también esta realidad médica está en crisis, en primer lugar por la reacción que se percibe de los propios profesionales ante la saturación sobrevenida de su trabajo y el concepto de la Medicina como una “empresa de servicios”.
Si miramos bien la sanidad pública actual,  los médicos ya no actúan como tales únicamente, sino también como gestores profesionales de la sanidad y como miembros de una sociedad civil, basada cada vez más en los derechos de los pacientes. Ya somos muchos médicos los que decimos sin vergüenza que “los recortes en Sanidad matan”.
Porque somos nosotros, los médicos especialistas, los que nos enfrentamos día a día a la situación que vivimos en los hospitales y centros de salud del SistemaNacional de Salud, donde venimos sufriendo varias décadas de burocratización progresiva de las consultas, poniendo cada vez más de manifiesto una tensión entre las exigencias de eficacia de la Administración, por una parte, y los valores de humanización y autonomía, por otra. Esta tensión viene creada por la falta de recursos humanos suficientes y, sobre todo, por la demora en las reformas y en la adopción de una adecuada planificación. Gobernar sin reconocimiento, sin negociación, sin participación del profesional, no es gobernar: es gobernar sin vergüenza.
Más por menos 
Esto es robar el futuro. ¿Se han perdido valores? Para nosotros es inmoral que los responsables económicos de las administraciones que han gestionado de manera ruinosa los recursos públicos en las diferentes comunidades autónomas adopten medidas para la reducción del déficit cargando sobre las espaldas de los médicos. Una gestión que, además, se ha caracterizado por gastos que no crean riqueza ni empleo.
Es un insulto a la profesión médica que los responsables políticos de la situación económica nos pidan ahora sacrificios a los especialistas. Sacrificios que se traducen en menos salario y más carga de trabajo.
Pongo como ejemplo la última oferta de la Administración que ha llegado a mis oídos:  operar cataratas a 50 euros. ¿Éste es el precio de las manos de un especialista que devuelve la vida al ciudadano que no ve? Una oferta, entre tantas otras, sin vergüenza.
Las nuevas medidas adoptadas ante la situación de crisis económica ofrecen -también sin vergüenza- al médico del SNS más trabajo por menos dinero.
Esta aplicación de medidas irracionales sin contar con el facultativo ha derivado en una situación en la que en la mayoría de las comunidades no se ha llegado a acuerdos laborales con los médicos: a que se despidan facultativos, a que no se renueven contratos temporales, a que se continúen con los contratos basura de 30 horas, a que se disminuya en un 30 por ciento la actividad quirúrgica en algunas autonomías, a que en otras estén cerrados desde el próximo mes de mayo los quirófanos por las tardes, a que se incrementen las listas de espera… ¿Pensarán los responsables políticos autonómicos que así podrán gozar de la credibilidad de los médicos? Sin vergüenza, se ha perdido el respeto a los empleados públicos y la credibilidad y confianza de la ciudadanía.
“Microclimas sanitarios”
Las transferencias a las autonomías han dado lugar a la existencia de “microclimas sanitarios”, fenómenos de fragmentación y desigualdad, donde las carteras de servicios son diferentes según la comunidad autónoma, y las retribuciones y condiciones laborales también difieren en cada servicio de salud. La fragmentación y la desigualdad es propia de los sinvergüenzas. Por tanto, son los médicos los que tienen que liderar el cambio.
Tendremos que recordar a los políticos que la profesión de médico es, ante todo, vocacional y, además, una profesión. Por tanto, precisamos no sólo de una retribución, sino, qué menos, también de un reconocimiento a nuestro esfuerzo progresivo y vocacional: es decir, el reconocimiento más elemental a nuestro trabajo diario.
Todavía no hemos descubierto un programa sanitario creativo, que no esté centrado en el acceso al poder; echo en falta modelos de gestión más próximos al médico, al profesional sanitario, donde las decisiones deberían estar más próximas al modelo “problema/solución aceptable”, que no al que nos están imponiendo: “publicar una norma de aplicación a cada caso concreto”.
¿Acaso nos han preguntado? ¿No sería mejor entablar un diálogo para llegar a soluciones aceptables y no impuestas? ¿No es mejor para todos (ciudadanos, pacientes, médicos y gestores) una mesa de negociación exclusiva para el médico? ¿Qué tenemos en común los médicos con los pinches de cocina de un hospital, con un celador, con un administrativo…? La igualdad es respetar las diferencias.
Como ciudadanos, se nos pide solidaridad social, y me pregunto si esto se consigue con medidas represivas. ¿No nos estamos dirigiendo hacia un modelo donde lo que predomina es la dominación de unos pocos?, entendida ésta como la oportunidad de hallar personas dispuestas a obedecer la orden que se les ha dado.
No creo que estas medidas nos conformen a todos, pero éstas son las reglas actuales del juego. Retrocedemos en el tiempo; perdemos derechos reconocidos en decretos y leyes que, en estos momentos, quedan derogados, y aumentan los deberes y, no en la misma proporción, el reconocimiento. Todo esto no es más que fruto de los sinvergüenzas.

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