La permanente pérdida del poder adquisitivo, el bloqueo de la carrera profesional, el aumento de pacientes por consulta, la falta de expectativas para progresar, así como las exigencias de los usuarios y del propio sistema han disparado el denominado síndrome del médico quemado. La frustración, el estrés y la ansiedad son problemas crecientes entre los profesionales de la sanidad pública. Los recortes que comenzaron en 2010 con una reducción en las nóminas de los médicos en torno al 6%, y que no se han frenado, han provocado una merma que en algunos casos alcanza los 1.500 euros al mes. La media en esta pérdida del poder adquisitivo gira en torno a los 400 euros al mes. Según datos del Sindicato Médico de Sevilla (SMS) en los últimos tres años los facultativos han perdido entre el 24 y el 32% de sus sueldos.
Los trabajadores de la sanidad pública se sienten discriminados frente al resto de los empleados públicos. El sueldo base de un médico es de unos 1.090 euros mensuales y el resto de la nómina depende de una serie de complementos variables (guardias, penosidad, dispersión geográfica o productividad), que son precisamente la diana de los recortes que impuso la Junta de Andalucía en 2012, junto a la eliminación de la paga extra. El Sindicato Médico de Sevilla, la principal central entre los galenos, advierte -en declaraciones al DIARIO DE SEVILLA- que otra de las pérdidas, la reducción de la restitución del personal al 10%, provocará, a largo plazo, el desmantelamiento de la sanidad pública. (…)